Artista: Christina Rosenvinge
Álbum: Lo nuestro 9.8/10
Primavera sound records
En México es una artista de culto, pero en España se le ha dado la oportunidad de abrir paso a la generación de cantantes femeninas con propuestas solidas que van más allá del ámbito comercial.Christina Rosenvinge no es sólo la musa indie del viejo continente, sino una de las artistas que, aún después de tantos años de carrera, sigue desafiando al escucha, buscando nuevas víctimas y sobre todo, parece que está hablando en tu idioma y al momento.
“No es el fin del sueño europeo lo que hizo esta canción” se escucha en el track La Absoluta Nada, que pertenece al más reciente trabajo de Christina Rosenvinge, Lo nuestro, que podría traducirse a una frase personal, de una pareja. Lo cierto es que el título es una invitación a ver que los problemas que parecen ser sólo de unos cuantos, están presentes en la sociedad y no deben ser ignorados.
Musicalmente el disco ha sido compuesto a través de un ipad, donde durante 2 años Christina se sumergió en un proceso de composición en el cual pretendía darle un toque “industrial romántico” a sus letras que gozan de tintes oscuros, directos y que por todas partes señalan al escucha. En una revaloración de su primera etapa, donde las guitarras inundaban su sonido, con las letras reflexivas y poéticas de sus últimos dos discos.
El track inicial La Tejedora, está inspirado en la obra de Louis Borgois y su araña gigante (hace algún tiempo instalada en el Distrito Federal) como un comentario a los roles que marca la sociedad hacia las mujeres. Mientras que en Alguien tendrá la culpa, un coro infantil acompaña una canción donde Christina cuestiona quien es el responsable de lo que pasa en la sociedad actualmente.
A partir de ahí vienen momento donde la cantautora gusta de ponerse a la par con el escucha, Lo que te falta, habla de un hombre que lo tiene todo pero no puede explicar su tristeza; en Segundo Acto, habla de un hombre normal que parece estar huyendo de la realidad. Todo ello aderezado de momentos donde la guitarra se vuelve protagonista de un romanticismo cuasi gótico, cuasi pop, en un producto netamente homogéneo.
Sin duda alguna, una de las sorpresas del año, uno de los mejores discos de su carrera, y una clara llamada de atención para los que aun consideran que las mujeres no pueden (o no deben) hablar de asuntos que parecen competer a unos cuantos, el pop se ha convertido en un arma más para reflexionar, esta vez desde adentro hacia afuera.
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